viernes, 5 de noviembre de 2010

Bailar para olvidar

Yo di el paso, tu te echaste para atrás. Fue un golpe bajo y me dejó fatal, pero quise pensar que nada había ocurrido, tal vez era lo mejor.
Era como si nunca hubieras existido.
Eran las diez de la noche del domingo. Llevaba desde el viernes de fiesta, bebiendo y bailando como una loca, sin pensar en nada. Riendo, bebiendo, bailando, bebiendo, cantando, bebiendo, gritando, bebiendo, fumando, bebiendo... Definitivamente aquello no era el mundo real.
Cuando logré encontrar la cerradura y meter la llave, entré en casa. Menudo desorden, pensé. No era buena idea ponerme a ordenar en mi estado, podría haber provocado varias rupturas de objetos, así que decidí encenderme un pitillo y coger el portátil para ver Desayuno con diamantes.
Error.
Nada más abrirlo me aparecieron en pantalla tus dichosos mensajes. Olvidé cerrarlo.
Los leí detenidamente y entonces lo comprendí todo.
Se había acabado, ya no habrían más cosas bonitas, no volverías a mirarme de la forma en que lo hacías, no habrían más canciones bonitas, por la noche ya no podría mirar el cielo sin pensar en ti, ya no me dirías todo lo que me decías, nada.
Y sin más, rompí a llorar.
El mundo perfecto que había creado se iba desmontando poco a poco.
Olvidé todo lo ocurrido, pero no me olvidé de ti.
Habías estado en mi cabeza desde que salí de casa hasta este momento.
Ni siquiera bailando logré olvidarme de ti.

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